Me encanta esta mujer cara al viento y con los brazos extendidos. Así te llamo y te muestro mi deseo de abrazarte, Rodrigo.
Ay, me ha costado escribir tu nombre. Últimamente lo he dicho para llamar a un alumno y se me hace raro con él y se me hace raro contigo.
Hijo querido, cuánto tiempo sin verte, sin que contestes mis llamadas. ¿Cómo no va a resultarme extraña esta vida de la que fuiste arrancado tan injustamente?