Me manda mi editor el texto maquetado y una propuesta de portada, ay, hijo. Casi quince años llevo escribiéndote en esta bitácora y de pronto algunas de nuestras conversaciones se van a publicar. No termino de asimilarlo.
Qué lejos estás, Rodrigo. Son demasiados días sin ti, cariño. Muchas madrugadas solitarias tecleando para tender un puente amoroso entre tu orilla y la nuestra.
Aquí no te olvidamos, no nos dejes tú, por favor. Envíanos pistas que nos permitan seguir tus pasos. Vuela alto, pero vuelve a casa cuando puedas.
Te queremos.