Casi se me pasa este once, no sé el día en el que vivo, apenas si es martes o jueves. Tus onces son siempre una llamada de atención para que el ánimo no se nos desmorone. Catorce años y nueve meses después de tu asesinato sigo necesitando consuelo para tu ausencia repentina, injusta y terrible.
Da igual cuánto tiempo haya pasado, tenías que estar aquí, Rodrigo. Te arrancaron de nuestro lado demasiado pronto.