Frío y vida corriente


Otra vez es sábado y te escribo, Rodrigo, tecleando en la oscura madrugada. Las cosas prosiguen de la forma habitual, al menos en apariencia, porque hay dos situaciones especiales que no se volverán a repetir, que estoy en mis últimos meses laborales y que se publica tu libro.

Procuro vivir el presente sin dejarme agobiar por ese peso doble. En un mes, el día 20 de febrero, empiezan las presentaciones. Espero saber llevarlas con serenidad y discreción.

Pero lo importante es que tú sigues en nuestros corazones y que cada día, hijo, te echo, te echamos, de menos. Da igual que la vida muestre facetas nuevas o cotidianas, tú eres nuestra ausencia permanente. Y te pensamos, llamamos y añoramos en cada circunstancia vital.

Te queremos, Rodrigo. Y te mandamos todos los abrazos que se nos quedaron pendientes.

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