Llega otro de nuestros onces y añoro tu risa sonando por la casa. Unas golondrinas nos visitan, curiosas y alegres como tú. Vierto lágrimas de desconsuelo, pero siempre, siempre, hijo, añado a tu ausencia unas gotas de esperanza.
Así vivimos sin ti, Rodrigo. No te olvidamos. Vamos a buscarte.