Hoy te escribo un poco más tarde, justo después de redactar mi último examen. Todo lleva el adjetivo «último» estos días, estos meses. Ay, Rodrigo.
Me rondan la melancolía y la tristeza, pero no las dejo entrar. Noto más fuerte tu ausencia y la de tu hermano. Si estuvieras, ¿qué dirías, qué estarías haciendo? Odio los subjuntivos y condicionales que siempre tengo que usar contigo, hijo. Las formas verbales de los hechos hipotéticos de las cosas que no sucedieron. Porque se te llevaron demasiado injusta, abrupta y malvadamente. Y a eso una no se acostumbra nunca.
Aunque parezca fuerte, y pueda hablar de ello, y haya escrito tu libro y lo comente en algunas presentaciones, duele mucho tu silla vacía, cariño.