Hola, cariño, aquí estoy, viviendo mis dos últimos días de trabajo, a punto de mi fiestecilla de jubilación, con más vértigo que nunca. Pero contenta.
Que no estés es lo único que me impide ser totalmente feliz. Sin embargo no me rindo, Rodrigo. Te escribo y te cito en el mundo intermedio de los sueños.
No dejes de venir, hijo.