
Hola, cariño, buenos días otoñales. Tengo la sensación de que no te escribo desde hace demasiado tiempo y, sin embargo, solo son los siete días de siempre, mi último apunte fue hace una semana. Estamos de vacaciones, por primera vez en un mes septiembre, y eso distorsiona mi percepción temporal.
Esta ruta por el norte de Portugal me hace pensar en mi infancia y en mis padres, que adoraban a este país, nos trajeron a mis hermanos y a mí cuando éramos críos, y venían a menudo. Están siendo días serenamente maravillosos de exploración, descubrimientos, paseos y novedades.
Ando más distraída, qué menos con tantos incentivos, pero siempre pienso en ti. Ojalá hubiéramos venido contigo alguna vez. En cada momento especial, te echamos en falta, Rodrigo. Papá y yo te seguimos incluyendo en nuestras conversaciones, además creemos firmemente que andas con nosotros siempre, a tu modo sutil. Ya sabes que no te olvidamos. Te queremos muchísimo, da igual cuánto tiempo pasemos sin ti. No dejes de velar nuestro camino, hijo. Hasta pronto.