
Nuestros onces siempre cargados de recuerdo se hacen más dolorosos en este mes previo al aniversario. Ay, Rodrigo, siempre te hablo de este efecto hiriente que tienen las fechas. Me repito, lo sé, pero es lo que me pasa.
Mira que me digo a mí misma que es irracional pensar que unos meses son peores que otros, pues nada, no consigo evitar sentirme así. Leo que les sucede a otros dolientes, aunque haya pasado mucho tiempo. Y empiezo a comprender por qué mi padre nunca habló de días concretos para el recuerdo de sus añorados. Y por qué buscó el alegre día de su boda para rezar por mi madre mejor que el triste de su despedida.
Hijo querido, volveremos a hacer presentaciones de tu libro en la cercanía de la fecha fatídica. Y acudiremos a varios actos. Incluso un programa de TV unos días después. Por vuestra memoria. Por poder hablar de ti y tenerte cerca un ratito más.
El amor une tu orilla y la nuestra. Te echamos de menos pero esperamos tu ayuda en nuestra existencia de aquí, mientras llega el momento de reencontrarte allá. No te olvidamos. Te queremos. Siempre cuatro.