El día antes de tu cumpleaños

Cómo se pasa el tiempo, Rodrigo, de nuevo te pongo unas líneas en una mañana tempranera de sábado. Buenos días, cariño.

Todo sigue igual, con leves variaciones. Nos van desconfinando despacito, suben las temperaturas, vemos a tu hermano de lejos, con mascarilla, paseamos a horas concretas, mantenemos la cautela y precaución debidas.

Enfilamos ya la décima semana de esta situación excepcional, inesperada, que no se resuelve, que nos va a acompañar mucho tiempo más. A la extrañeza perenne de tu ausencia y la nueva y todavía mal asimilada de mi jubilación, se une esta otra de la pandemia. Tiempos raros, difíciles. No puedo quejarme más que de eso, porque, al menos de momento, la pandemia no nos ha tocado de cerca.

Aunque contabilizo tres bajas, los padres de tres compañeros, y A un amigo de los tiempos más dolorosos de tu ausencia, que nos enseñó a tener esperanza y a resistir. Espero que lo hayas conocido y que le des un buen abrazo de nuestra parte.

Mañana, 24, haces 37 años en nuestro recuerdo. Diecisiete lejos de nuestros besos, pero siempre en nuestros corazones. Te canto feliz cumpleaños y happy anniversary. Salto y bailo a tu alrededor. Te jaleo para que me sonrías, hijo, y me abraces, y te rías a carcajadas. Aquí nunca te olvidamos. No dejes de ser feliz.

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