
Hace treinta y siete años viniste al mundo y a nuestras vidas, Rodrigo. Hace diecisiete cumples que no estás aquí y solo te llevamos las cuentas.
No me gusta que no estés. La existencia es otra desde que se te llevaron. Sobrevivimos a base de cariño y de tus recuerdos amorosos.
Mantenemos la esperanza de volvernos a encontrar, hijo. Te mandamos abrazos y bailes, juegos y libros, series, bromas, risas, guiños, películas y besos. Te los enviamos como regalo hasta el otro lado del mar que nos separa. Haznos señas cuando los recibas, por favor, Rodrigo.
No te olvidamos. Feliz cumpleaños.