Radio Gaga

Este jueves por la noche, volvimos a pensar en ti todos los que te queremos. Buenos días, Rodrigo.

Salió en antena el programa sobre el once de marzo grabado en junio. Papá y yo solo hemos leído comentarios, porque no estamos suscritos a esa cadena. Y porque no hemos hecho verdadero interés en verlo con nadie. Por puro agobio.

Ni con G y B, que sí lo están. No queremos hacer sufrir a tu hermano innecesariamente. Es posible que él tampoco quiera ver el programa. Lo intentó y no alcanzó a terminarlo. Le encanta charlar de ti, y lo hace con soltura, cada vez que le apetece. Pero odia hablar del fatídico día en que te arrancaron de nuestro lado.

Los amigos escriben líneas emocionadas, papá comenta que era lógico que ese programa tratase el asunto con delicadeza, y yo me siento aliviada solo a medias. Temía dejarte en mal lugar, cariño, y supongo que no ha sido demasiado desastre. Pero no sé si podré verlo alguna vez. Me ha pasado con otras entrevistas.

Ya te había comentado que en las grabaciones me sentí incómoda, poco lúcida, saltando de un tema a otro sin orden ni concierto. Que yo quería explicar cuánto te queremos y cuánto te añoramos, qué injusta es tu ausencia. Y que mis percepciones fueron de calor y cansancio de todo el equipo, de estar un poco de sobra, de saturación, de desgaste emocional y físico.

Pero no me quejo, solo me angustio. Es el reconcome del estrés postraumático que aumenta y disminuye por oleadas y que, por lo visto, no se me nota. Dicen que aparento serenidad. Vale, sí, no pierdo los nervios. Pero sufro. Y lloro. Y te echo de menos tan enorme, terrible y gigantescamente que me quiero morir.

Y no me pasa a mí sola. Aquí nos faltas cada día. Y cuando tus amigos, y tu hermano, dicen cuánto les gustan Burque y Peinado,(los periodistas, cosa lógica porque son de su generación), imagino que tú estarías diciendo lo mismo. Si pudieras. Luego vuelvo a constatar tu ausencia y me asaltan unas lágrimas repentinas, de esas que andan agazapadas en su escondite y dan sustos en los momentos más inoportunos.

Seguimos en crisis sanitaria, casi confinados, saliendo poco, viendo a tu hermano un rato pequeño y una vez a la semana. La epidemia crece y satura los hospitales sin medios. Esta comunidad autónoma, desastrosamente dirigida, va a la debacle. Échanos una mano, Rodrigo. Por favor.

Abrazos de oso, besos restrellados, risas, juegos y canciones. Te queremos. Quedamos en el mundo intermedio de los sueños.

Marcar el enlace permanente.

Comentarios cerrados.