
Hola, cariño. Buenos días. Te escribo en este nuevo sábado de noviembre. Tenemos un hermosísimo y dulce otoño, que disfrutamos con paseos bajo los árboles y muchas fotos. Está preciosa la senda que rodea nuestra casa. La misma que lleva hasta el metro y que tú anduviste camino de la uni para no volver más. Cada vez que la piso, pienso en ti.
Te echo de menos. Ojalá estuvieras, hijo, con tu hermano, con papá y conmigo.
Te contaré que tengo una consola Switch lite y, por fin, he encontrado un juego que me atrapa y entretiene. Pero también, que me pone triste pensar que, seguramente, si estuvieras, te sabrías todos los trucos. Imagino que me darías consejos para hacerlo más fácil y divertido. Ay, Rodrigo.
Y en esta situación, jugando con lágrimas en los ojos, porque no estabas y no puedes hacerlo, me encontré con un personaje muy animoso, que se llama Rodri, y que me llevará ya siempre de viaje en hidroavión a las otras islas del juego.
Qué sorpresa y qué coincidencia tan oportunas. Parece que me haces señas y me dices que sí, que me ves, que disfrute de la consola y que no me entristezca, porque estás a mi lado.
Gracias.