
En nuestros onces, Rodrigo, siempre pienso en ti. Aunque sean ya demasiados. Aunque vayamos acercándonos inexorablemente a diecisiete años de ausencia.
Si estuvieras, ay… Siempre me pregunto qué dirías o harías. Si aún vivieses entre nosotros, nada sería igual. Ojalá, cariño. Pero hace demasiados onces que no estás.
Espero volver a abrazarte. Mucho llevo ansiándolo. Me acompañan siempre la duda y la esperanza, una a cada lado, tan contrarias como hirientes. Manda señales cuando puedas, porfa. No dejes de volar, sé feliz y espéranos.
Te mandamos cariños, sirtakis, pelis, juegos, canciones y libros. Tenemos para ti millones de abrazos, risas y besos. Nunca dejamos de añorarte. Papá, G y yo te queremos. No te olvidamos. Siempre cuatro.