
Todavía recuerdo lo que hicimos aquel finde como el de hoy hace diecisiete años. Cosas sencillas y normales que intenté grabar en la memoria cuando te nos robaron. Porque las necesitaba para que te quedases un poco más con nosotros. Porque parecía imposible que hubiera sucedido tu ausencia, cuando nada había sido diferente, nada había anunciado el desastre.
Vuelven a coincidir las fechas exactas, en este 2021 el día 11 también es jueves.
Aún recuerdo que llevaste flores y bombones a tu chica, que tuvimos una comida familiar y un cumpleaños, que el pruno de la entrada había florecido y señalaba desde lejos dónde estaba nuestra casa. Que te parecía precioso. Que fue lo último que viste aquella mañana fatídica cuatro días después.
Y ya no sé cómo escribirte, Rodrigo, si no es echándote de menos y con lágrimas en los ojos. Cómo seguir viviendo sin ti, si no es esperando volver a encontrarte.
Te quiero, hijo. Nunca dejaré de quererte. Aquí vivo con Papá y tu hermano, pero no renuncio a ti. Llegaré hasta donde estás. Por favor, cariño, dime cómo alcanzarte. Necesitaré un mapa, hitos o señales. No dejes de mandarlas.
Abrazos de oso. Con todo mi amor: Mamá.