Último sábado de marzo

Por fin se acaba este mes fatídico. A nosotros tampoco nos fueron propicios los idus de marzo, ¿verdad cariño? Hola, Rodrigo, buenos días.

Nada nuevo vivimos bajo el sol. Continuamos en la misma sencillez, en una monotonía simple y buena. No queremos más sobresaltos. Que todo siga así, por favor, anodino y suave. Sin sustos. El miedo anticipatorio ya lo sufrimos por nuestra cuenta. No hace falta corroborarlo.

Esta primavera, después de la gran nevada, va más lentamente que otros marzos. Aunque llega tan hermosa como siempre. Las camelias están exuberantes, el césped verdea con mucho ánimo, la yedra rebrota y brilla, con sus dos colores varigatos. El lyquidambar ya apunta hojitas nuevas, pero los otros tres árboles del jardín grande aún están desnudos, porque fueron podados rudamente tras el paso de Filomena.

Salimos poco, a lo imprescindible, y a dar breves paseos. Escribo mi tercer proyecto, sigo los avances de la publicación del primero, y pronto le buscaré acomodo al segundo, que todavía está varado y en espera.

Desde tu estrella luminosa, hijo querido, haz sonar las campanitas de tu risa. Cuida nuestros pasos, visita nuestros sueños, inspira nuestros pensamientos. No te olvidamos. Muchos besos.

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