
Hola, cariño. Espero que todo bien. Aquí seguimos como siempre, nada especial. La rutina nos arropa, siempre te lo digo, y ojalá siga así. Ya hemos tenido suficientes sobresaltos vitales.
Escribo, sigo tres cursos creativos y al menos así me relaciono con el exterior y veo a otros. Porque desde el confinamiento, llevamos una vida bastante solitaria.
¿Y tú qué tal? Ojalá pudieras llamar, escribir, contarnos… Ay, Rodrigo.
Te mando millones de abrazos, besos y risas. No te olvidamos. Vuela alto, hijo. Te queremos.