
Hola, Rodrigo, buenos días. Escribiéndote aquí, cada semana, es como me doy cuenta de lo rápido que pasa el tiempo.
Mucho ya sin ti.
Tu ausencia repentina e injusta marcó el comienzo de una nueva vida. Tuvimos que aprender a seguir bregando con tu ausencia. Y no fue (no es, nunca será) fácil.
Últimamente siento que estoy en otra etapa vital diferente, que me acerca a ti. En los últimos años de mi trayectoria.
Esta es ya la última fase y la supongo más breve que las anteriores. Nunca sabemos cuándo llegará nuestra hora, pero es evidente que no estará demasiado lejos.
¿En esta década, como tu tío J, en los setenta como mis padres, en los ochentas como mis abuelos, Elo o la tía P?
Con Papá te pienso y te pido ayuda para nuestro día a día. Gracias por contestarnos. Te echamos de menos y nunca te olvidamos. Miles de abrazos de oso, cariño. Hasta pronto.