
Hola, hijo. El tiempo vuela. Entre obligaciones ha pasado otra semana y te escribo. Esta vez tecleo en la tableta, aún en la oscuridad de la madrugada. Buenos días.
Seguimos. Bajaron las temperaturas, cumplimos etapas y objetivos, esperamos con alegría ver pronto a tus amigos, preparamos las vacaciones con presentación de novela incluida. Así continúa la vida sin ti.
A ratos vuelve la pena negra tu ausencia siempre duele, pero intentamos vivir las pequeñas alegrías de las cosas cotidianas.
Y te queremos. Siempre te queremos.
Vuela alto, Rodrigo. Espéranos. Miles de abrazos de oso: Papá y Mamá.