
Hola, cariño, buenos y tórridos días. Hace calor, sigue haciendo calor, no ha dejado de hacer un calor tremendo desde que te escribí la última vez.
No tengo mucho nuevo que contarte, Rodrigo, pero te anoto estas líneas con todo mi amor de madre pesada y dolorida, porque no quiero perderte el contacto, aunque sea este ínfimo de escribirte cada siete días. Ojalá pueda sentir tu respuesta.
Estamos bien. Todos, al menos de momento.
Te queremos, hijo. Vuela alto, no dejes de volar. Millones de abrazos de oso: Mamá.