21 de enero de 2023

Hola, cariño, buenos días.

Son las seis y media, aún está oscuro, te escribo en la tablet, todavía medio dormida, pero contenta de estar en casa.

He pasado fuera dos días y una noche, en Melilla, hablando de ti, del 11M y de tu recuerdo. Ya sabes que me crezco en la adversidad y que no me asusta hablar en público. Y que agradezco poder contar cosas sobre ti porque es una forma de tenerte cerca. Pero también que mas tarde, después de todo, es cuando me llega la resaca emocional y me siento absurda, y me arrepiento de esa exposición de mis sentimientos, y me da vergüenza haber sido el centro de atención por algo tan terrible como tu ausencia.

Así somos los seres humanos, estúpidamente impredecibles a la vez que absurdamente idénticos.

Lo que no cambia es que te quiero, hijo. Con todo mi corazón. Mil perdones si se me cruza por delante un poco de pánico, una pizca de sentido del ridículo y un soplo de ego. Lucho por no dejarme condicionar por ninguno de los tres.

Así que te repito que te quiero, te quiero y te quiero. Que eso, Rodrigo, es lo más importante. Lo demás, defectos de carácter.

Vuela alto y sigue cuidando de nosotros, porfa. Mil abrazos de oso, Mamá.

14 de enero de 2023

Te escribo unas líneas de madrugada, apenas las tres, roto el sueño y dolorida la espalda. Espero que me leas, hijo.

Sigo esperando encontrarte, aunque me asalta la incertidumbre cada vez con mas ímpetu. Y continúo manteniendo estas charlas contigo, porque, sobre todas las cosas, te quiero.

ACTUALIZACIÓN: Dentro de unos días tengo que ir a hablar de ti a un instituto melillense. Me lleva el Ministerio del Interior, con un programa de sensibilización y prevención del terrorismo. Espero tu ayuda, tu inspiración y tu consejo, cariño. Ya he hablado en público de ti otras veces, pero no es algo a lo que una se pueda acostumbrar.

Mientas tanto, no dejes de mirar por nosotros tres, tu pequeña familia rota sin ti. Desde que no estás, qué pocos somos.

Te queremos, Rodrigo. Te queremos. Hasta prontito.

11 de enero

Hoy es once, Rodrigo. No te olvido. Y desde la casita de los Lalos te mando miles de abrazos de oso, de risas y de canciones.

Dieciocho años y diez meses sin ti son demasiado tiempo de ausencia. Y la cuenta, diecisiete, sin los abuelos, no le anda lejos. Vivo el presente, el dolor no es tan duro, pero ojalá estuviérais aquí los tres.

Ojalá pudiéramos seguir recorriendo juntos las calles de la ciudad, y la playa, los viejos comercios del barrio de siempre y el nuevo centro comercial que han construido cerca. Ojalá estuviéramos juntos todos aún, ocupando las habitaciones de esta casa, compartiendo la sencilla vida cotidiana.

Desde que tú te fuiste, se te llevaron, nada ha vuelto a ser igual. Y se marcharon contigo, enseguida, demasiado pronto, como tu muerte, los abuelos.

Papá y yo, juntos, solitos los dos, en esta casa que nunca llegamos a compartir, te echamos muchísimo en falta. Vuela, alto, cariño.

7 de enero de 2023

Buenos días, Rodrigo, desde este nuevo sábado, espero que estés bien.

Nosotros creo que sí. Algo triste tu hermano, resistiendo Papá y yo, extrañamente distinta y mayor tu Ela, apagado el tío J. Nos reunimos ayer para el 90 cumpleaños y hubo charla y comida, roscón con chocolate y demasiadas sillas vacías. Qué te voy a contar que tú ya no sepas, hijo.

Seguimos adelante, aun sabiendo que no todo va a ser bonito. En medio de cierta serenidad, viviendo el presente pero deseando noticias alegres entre la melancolía de estas fechas.

Tú no dejes de velar por nosotros cariño. Ojalá pudiera darte los abrazos que se me quedaron pendientes. Te los envío desde aquí, bien apretados y de oso.

No te olvidamos, Rodrigo. Feliz día de Reyes, feliz año. Millones de besos: Papá, Mamá y G.

Último día de 2022

Hola, hijo, te escribo desde el móvil. Se me había ido de la cabeza que hoy es sábado, solo preocupada por la cena de esta noche.

Ya sabes que no celebramos mucho esta fecha. Incluso pensábamos no dedicarle la más mínima atención, porque tu hermano iba a pasarla en casa de su suegra.

Pero en el último momento han cambiado los planes y los dos estarán con nosotros. La vida dispone así, en un instante.

Recuerdo tu último fin de año y el disfraz de mago que llevabas puesto. Lo contento que estabas entonces y lo ajenos todos al quiebro del destino que nos esperaba a la vuelta de dos meses y medio.

Por eso, entre otras cosas, aprovechamos las oportunidades de estar juntos siempre que se nos presentan. Por eso disfrutaremos al máximo esta noche. Y brindaremos por ti.

Te queremos. Millones de abrazos de oso: Papá, Mamá y Gonzalo.

Nochebuena

Te echamos de menos

Hola, Rodrigo. Hoy me toca cocinar mucho, para la cena de esta noche y en parte para la comida de mañana. Hoy va a ser un dia intenso y yo me he despertado demasiado pronto, por lo que me dará sueño dentro de unas horas y estaré cansada antes de tiempo. Pero no me agobio, ya veremos cómo solucionarlo mas adelante. Ahora simplemente aprovecho la oportunidad y te escribo.

Aquí estamos bien. Parece que la pandemia se ha gripalizado, y ataca, como la gripe, pero es menos dañina y pertinaz que en los años previos. Por primera vez desde 2019 cenaremos y comeremos con Ela y con N. Menos mal.

Pero aquí también seguimos echándote en falta, cariño. Tu silla vacía duele siempre.

Espero soñarte pronto, hijo. Te mando abrazos gigantes y muchos besos. Y cariños, y música, y series, y juegos, libros y viajes. No te olvidamos.

Cerca de la Navidad

Hola, Rodrigo, buenos días lluviosos de diciembre. Son las ocho y te escribo estas pocas líneas de cariño y recuerdo. Ojalá pudiera hablarte en persona, ay, si se pudiera…

Enseguida celebraremos la vigésima Navidad sin ti. Y me duele la cifra, porque es también la de los años que estuviste con nosotros.

Esta tarde tenemos la fiesta de niños en la Aso. El sábado próximo cenaremos con Ela, por fin, después de varias festividades de aislamiento y pandemia. ¿Dónde estás tú, cariño? ¿Qué haces? ¿Nos ves?

Persevero en mantener el contacto, hijo. Ya sabes que todos te añoramos y queremos. Tú vuela muy alto. Y no dejes de cuidarnos. Miles de abrazos de oso, Mamá.

11 de diciembre

No olvido nuestros onces, hijo. No te olvides tú de nosotros, porfa.

Viene otra Navidad sin ti, enseguida.

Añorando ser cuatro, como antes, te pensamos y te queremos.

Miles de abrazos de oso, Rodrigo. Millones.

De cumple

Hola, hijo, buenos días, de nuevo te escribo unas líneas, ¿ qué tal estás?

Nosotros tenemos un cumpleaños hoy. El de tu amigo E. Y por eso y para él hay unos regalos sobre tu mesa de estudio. Son un juego de cartas y un libro de rol tan de tu gusto, que nos hacen recordarte (y añorarte) de una forma muy especial.

Si estuvieras, tú también seguramente pedirías cosas parecidas. Si no te hubieras ido, si no se te hubieran llevado, serías tú el que tendrías esos regalos para él; el que acudiría al cumple, quien compartiria afición y cariño con E, N y su pequelo H. Ojalá. Pero resulta que hace dieciocho años y nueve meses que no estás y somos Papá y yo los que acudimos, año tras año. En tu nombre, al principio, aunque enseguida ya convertidos en amigos.

Estaremos solo un ratito, por prudencia elemental. Y veremos allí a tu hermano, que también está invitado, y a otros compas tuyos que se convirtieron en nuestros por tu influjo y recuerdo, y que hace mucho que no tratamos de cerca, con esto del dichoso coronavirus.

¿Qué te parece nuestro plan de hoy, Rodrigo? ¿ Qué tal si te pasas por aquí tú también?

Te queremos. Siempre. No dejes de cuidarnos, que vamos en tu busca. Miles de abrazos de oso, Mamá.

Diciembre 2022

Hola, Rodrigo, buenos días de sábado.

Aquí estamos bien, no tengo nada nuevo o interesante que contar, pero me reporto. Me comunico contigo. Te mando este mensaje de amor y recuerdo.

Ojalá me leas y me sientas.

Estamos aquí, queriendo ser cuatro, sin tu compañía. Míranos. No dejes de cuidarnos.

Te quiero, hijo. Te queremos. Muchos abrazos de oso: Mamá.