Once de octubre

Hoy es otro de nuestros onces, hijo. Por eso, escribirte es lo primero que hago esta mañana.

Porque no te olvido, porque te quiero siempre a mi lado, como en las viejas fotos. Eso es algo de lo que no me percaté hasta que se te llevaron, ay cariño. Cuando ya no estabas y las busqué para recordarte, me di cuenta. Estabas siempre junto a mí.

Gracias por ese amor tan leal, Rodrigo.

Te echo de menos. Toda mi vida está marcada por tu ausencia. Espero volver a darte los mil abrazos que no pude. Mientras tanto, vuela y sé feliz. Pero no dejes de decirnos dónde estás y ni de esperarnos.

Millones de besos de todos nosotros: Papá, Mamá, G y B, tus amigos y mucha gente de bien que te lleva en el corazón.

8 de octubre de 2022

El otoño está siendo seco y dulce, con muy buenas temperaturas. Las hojas de los árboles empiezan a amarillear, la viña enrojece, y el lyquidambar fluctúa entre ambas tonalidades. Tu árbol favorito y las vistas del jardín desde tu ventana nos hablan de ti, aunque no estés.

Hoy tengo una presentación de NINA. Vendran G y B. Y no sé cuántos amigos, supongo que poca gente ya, pero la hago. Por fin sin mascarillas.Si estuvieses aquí, si vinieras, ¿cómo sería? Te echo en falta siempre.

Tendré nueva publicación dentro de un año y ya casi termino otra novela más, la vida fluye suave y me asustan los zarpazos que puede darnos de pronto, en cualquier momento inesperado. Estrés postraumático de manual al que no me acostumbro.

Pero así es esta existencia. Así vivimos, sin ti, hijo.

Te mando millones de besos, abrazos, libros, risas, música, pelis juegos y presentaciones literarias.Te quiere hasta el infinito: Mamá.

Melancolía

Me duele comprobar que ya no espero oir tu voz por la casa, que la realidad de tu ausencia se ha apoderado de esos momentos que volvían a veces y me hacían sentirte más cerca. Pero no me rindo. Te llamo, te pienso y te quiero como siempre, incluso más. Con mi amor no va a poder el tiempo. Lucharé por ti hasta que mi memoria se borre o se me lleve la Parca.

No me olvides tampoco tú, Rodrigo. No pasees los prados celestiales que borran los recuerdos, sigue siendo uno de nuestra pequeña familia de cuatro, hijo, por favor.

Volveremos a vernos. Y a abrazarnos con mil abrazos de oso. Te quiere: Mamá.

Sábado, 24 de septiembre de 2022

Aquí estoy de nuevo, Rodrigo, en la buhardilla, escribiéndote, como todas las semanas. ¿Qué tal estás? Nosotros seguimos bien, con la segunda operación de menisco de tu hermano en buena evolución y mucho menos estrés al respecto que con la primera.

Todo lo demás, en principio, va adelante sin mayores complicaciones. Pocas cosa nuevas te puedo contar, y que siga así, no me quejo de monotonía, disfruto de lo cotidiano, aunque sea sencillo.

A veces te imagino aquí. Solo un ratito. No me hago la película de tenerte de verdad, conviviendo con nosotros, con tu propia familia, trabajo y vida, no, ojalá. Simplemente te imagino a mi lado por unos segundos, y me parece que entonces me acompañas esos instantes. Y tu recuerdo se tiñe de unos momentitos de posibilidad.

¿Qué otra cosa puedo hacer, si te añoro tanto, que no sea pensarte? Espero que no te parezca mal, hijo.

Eso es todo por hoy, cielo. Tú vuela alto y espéranos, que terminaremos por encontrarte. Miles de abrazos de oso, te quieren mucho: Papá y Mamá.

17 de septiembre de 2022

Hola, hijo, aquí seguimos. Te saludo desde casa, todavía de noche, escribiendo en la tablet. Pienso en ti.

Hace siglos, media vida ya, que no estás. Pero sigo anotando estás líneas para no perder la conexión contigo. G se recupera de la operación de la segunda rodilla, todo está sereno. Que siga así, por favor. En breve empezamos las actividades del nuevo curso. Normalidad.

Y tú tan lejos, siempre anclado en los 20, ¿ cómo habría sido la vida contigo? Sin ti tiene un hueco infinito. Y duele.

No dejes de mirarnos, Rodrigo. Ni de cuidarnos. Hasta que llegue el reencuentro. Miles de abrazos de oso, te quiere: Mamá.

11 de septiembre de 2022

No te olvido, hijo. Y menos aún en este once. Voy a buscarte. Te espero al final de ese embarcadero, sal a recibirme. Mil abrazos de oso: Mamá.

10 de septiembre de 2022

Aquí estoy de nuevo, Rodrigo, escribiéndote unas líneas, agradeciéndote señales, y llorando tu ausencia. Mañana volveré a anotar que es día 11, que hace dieciocho años y medio que no estás, y veintiuno del 11-S con el que empezó todo.

Mientras tanto, tecleo estas pocas frases y te añoro. Ojalá pudiera darte un abrazo enorme. Ojalá escuchar tu voz, ver tu sonrisa, tenerte.Pero la vida está siguiendo sin ti, obstinada y absurda. Nada te hace regresar.

Que volvamos a vernos, hijo querido.

Primer sábado de septiembre

Hola, hijo, buenos días. Aún está oscuro, se notan ya las noches más largas, y se agradece la temperatura, que por fin ronda los 20°C. Llevamos ya una semana en tierra, aunque aún nos cercan los recuerdos del mar y de los lugares maravillosos visitados. ¿Cómo estás, cariño?

Papá y yo hemos pasado estos días un resfriado inoportuno y agotador, con febrícula y dolor de garganta, pero ya estamos recuperados. En algún momento nos hemos preguntado si sería Covid-19, aunque creemos que no, porque no perdimos olfato o gusto, ni la congestión bajó a los bronquios.

Ahora estamos bien, juntos los dos, como acostumbramos, pensándote, Rodrigo. Ojalá nos veas, nos oigas, mires estas frases con cariño, cuides de estos pobres padres tuyos.

El tiempo sigue pasando con rapidez, de forma que empieza mi cuarto curso sin clases y el último, más que posiblemente, de Papá antes de jubilarse. Mientras él regresa a su tarea, yo ando a la caza y captura de las actividades de este año escolar, ya te contaré en dónde termino. Y sigo envuelta en las sensaciones de irrealidad de siempre.

Intento establecer rutinas sanas y creativas, regreso a mis labores escribidoras, acompaño a tu hermano, que en dos semanas vuelve a operarse la segunda rodilla. Cuida de nosotros, porfa hijo querido. Porque te queremos y nos sentimos siempre cuatro. Contigo.

Abrazos de oso. Abrazos, abrazos, abrazos…

Después de una semana de viaje

Entrando en el puerto de Barcelona

Buenos días, hijo, acabamos de volver a casita después de siete días intensos. Ha sido una suerte enorme poderlos compartir con tu hermano y B. La verdad es que ambos han hecho un esfuerzo grande por celebrar así nuestro 40 aniversario, porque tienen pocos días de vacaciones y lo más lógico es que quieran pasarlos a su aire. Ojalá estuvieras aquí. Te echamos en falta.

Nos habría gustado verte participar de las comidas, bebidas, canciones y visitas turísticas. Menos mal que, a tu modo, te hiciste presente. Justo cuando parábamos junto a una tiendita, en Taormina, de vuelta al barco tras la excursión, el rótulo tenía tu nombre, bien grande. Una de esas casualidades felices que nos alegran la vida a pesar de tu ausencia y nos hacen pensar en que volveremos a vernos.

Ahora intentamos regresar a la realidad, pero no olvides que te queremos. En casita o fuera, siempre te llevamos en nuestro corazón. Abrazos de oso: Papá, Mamá, G y B.

Sábado de a cuatro

Hola, hijo, buenos días. No me pierdo charlar contigo aunque andemos lejos. Te llegarán mis frases, no sé cómo ni cuándo: espero que en el tiempo previsto. Ojalá estuvieras aquí.

Compartimos viaje con tu hermano y B. Habría sido hermoso que tú también vinieses. Ya sé que lo haces a tu manera, pero no es lo mismo. Siempre te echamos en falta.

Te escribiré más largo cuando se posible, en el ínterin, valgan esas pobres líneas y todo nuestro amor. Te queremos.